Colonos del Este
COLONOS DEL ESTE
Era una vida extraordinariamente dura la que afrontaron los primeros colonos que llegaron a las marismas del Guadalquivir. Un territorio salvaje y nada adecuado para cumplir los sueños de aquellas familias que arribaron hace unas décadas.
Inviernos húmedos, fríos, hirientes. Veranos cuarteaos, tórridos, agobiantes. Una tierra, a veces mar, donde el olor a cieno se mete en cada piel, donde los mosquitos se cuelan por secretos resquicios. Un rincón donde el límite es el horizonte y el camino para alcanzarlo cambia cada día.
Esta aventura colectiva de colonización es mucho menos conocida que la del oeste americano. Quizás porque ocurrió en el Brazo del lado Este y la emprendieron andaluces.
Aún hoy cuando se enfila la única carretera de acceso, se tiene la sensación de dejar la civilización atrás, sobre todo, cuando, como hoy, la niebla era más poderosa que la noche.
Llegados a Los Palacios, es necesario desviarse hacia los poblados de Chapatales y Pinzón. Los pequeños núcleos urbanos planificados para dar a los trabajadores una infraestructura básica. Más allá de nuevas casas en la periferia del conjunto original, los poblados conservan mucha identidad, mucha historia viva. En Pinzón acaba el asfalto, más allá, la inmensidad marismeña.
Hemos ido hoy hasta el corazón de la gran planicie encharcada, a una zona denominada El Capitán, con investigadores del Grupo Ornitológico del Sur (GOSUR), entidad de las de más larga trayectoria y prestigio de la Península Ibérica. Hemos acompañado a los expertos José Alcaide y Jesús Fernández en una interesantísima jornada de anillamiento científico de aves.
Hemos avistado cigüeñas negras, espátulas, aguiluchos, gaviotas, moritos, grullas, gravilla cangrejera, cigüeñas blancas, milano real, archibebes claros, agachadiza chica, calamón, cormoranes,...., y hemos podido capturar (y luego liberar), anillar, pero sobre todo estudiar y aprender, de especies como: gallineta común, agachadiza común, Martín pescador, escribano palustre, mosquitero, pechiazul, verderón, jilguero, ruiseñor bastardo, pájaro moscón, tejedores y gorriones morunos.
Increíble la vida de los colonos marismeños y la gestión de un territorio tan valioso, delicado y singular. Apasionante la labor silenciosa por la conservación que realiza Gosur. Desbordante la marisma del Guadalquivir en invierno. Me sobrecoge como el primer día.
Al tener la suerte de que un amigo escribe algo tan bonito, he decidido ponerlo tal cual y ceder el sitio de la salida al texto que Antonio Aguilera escribió después de la jornada de anillamiento en el Brazo del Este.