¿IBÉRICO O COMÚN?
Por MARILÓ & JOSE
Al igual que otras especies denominadas acertadamente: crípticas, el Mosquitero ibérico (Phylloscopus ibericus) siempre nos plantea problemas a la hora de su identificación en mano, fotografía, o cualquier otra circunstancia en la que mantenga su pico cerrado.
Este pequeño pajarillo se reconoce como una subespecie del M. común (P. collybita) allá por 1937, pero no es hasta 2001, ya en nuestro siglo, cuando se desgaja como especie propia separada por los taxónomos (en base a estudios genéticos, ecológicos, etc.).
Para reconocerlo habría que fijarse en: el color verdoso más intenso y uniforme de sus partes superiores, los matices verde-amarillentos de sus auriculares, el color blanquecino con un patente listado amarillo del pecho y partes inferiores, la proyección primaria algo más larga, la ceja amarilla más brillante por delante y más ancha justo encima del ojo, y las patas (Ojo: del ave, no confundir con el cerdo…) de un color caramelo; entre otros caracteres.
Todas las dificultades con que nos topamos cuando un Mosquitero común “sospechoso” cae en nuestras manos, se esfuman al instante cuando es el propio pájaro, el que se confiesa ibérico, cantando posado en su percha sobre nuestras cabezas.
Esto es lo que nos ocurrió el pasado último sábado del invierno (16 Marzo 2019), mientras caminábamos entre Navahermosa y Valdelarco, en una ruta preciosa (seguramente más apreciada por aquellos que, como nosotros, nos pasamos los días de trabajo encerrados entre cuatro paredes…), en la cual también pudimos observar y oír a un buen número de otros seres igual de vivos.
Sólo tuvimos que inmortalizar el momento y etiquetarlo con el Fotoshop para mostrarlo en sociedad.