ANILLAMIENTO DE FLAMENCOS EN FUENTE DE PIEDRA 2022
La noche corre el sayo en Fuente de Piedra. Ajenos a la verbena que se vive en el pueblo, en la guardería de flamencos se mama en calostros de artemias salinas con bulliciosa algazara. Poco saben, y parece no importarles, que la fiesta sea por y para ellos.
En la madrugada el ejército de sombras se alarga sobre las plateadas tablas, escurriéndose como una mancha de aceite. Una santa compaña que deambula en sórdido silencio, midiendo los fatigados pasos, cerrando el cerco sobre los inocentes Phoenicopteros que siguen entregados a lo suyo.
Al paso de la troupe, los almajos se aliñan con una pasta de lodo y sal. Una ensalada marina cuyo aroma alimentará el recuerdo permanente. La laguna se va transformando en un viejo alambique en el que se destilan la pegajosa humedad del relente, el sudor agrio del esfuerzo y el sabor metálico del nerviosismo.
La noche se va rasgando como se deshilachan unas medias de encaje, más sugerentes por lo que esconden que por lo dejan ver. Opacas figuras se vislumbran en la distancia, apelotonadas entre los derruidos castilletes de arena. Han cambiado el zapateo flamenco por un reggaeton nervioso; algo se están oliendo.
La cadena humana que se deslizaba como una escolopendra aprieta el paso. Los responsables mandan ordenes; voces roncas que rompen en la marisma como el engranaje de una carraca. Se ajustan las distancias, se apremia a las bolsas rezagadas, se cierra el cerco.
Los flamencos adultos levantan el vuelo. Enriquecen la luz del amanecer con los coloridos destellos de sus alas, impregnan el aire de difusas partículas saladas, dividen el alba en trazos de pincel cálido. Todos se paran a contemplar la paleta del artista.
Como los que guardan pavos, las cañas van dirigiendo al grupo de flamencos. La guardería se muestra indecisa, dubitativa, pero dejándose pastorear por las extrañas formas que han sembrado la marisma. El círculo se cierra, los bateadores se apartan, los pollos de flamencos aguardan ya en el redil.
Cuatrocientos voluntarios, entre los que se encontraban dos anilladores del Grupo Ornitológico del Sur, hemos participado en esta sesión de marcaje, toma de datos y muestras de pollos de flamenco. En un trabajo concienzudo, metódico, depurado durante años para minimizar las posibles molestias a la población nidificante de flamenco de Fuente de Piedra así como para la obtención de datos de calidad. El objetivo principal de las acciones realizadas es tendente al conocimiento de aspectos biológicos de la especie que contribuyan a su conservación y a la conservación de los espacios naturales que ocupan.
De los tres mil setecientos pollos (3.700) estimados en la colonia de cría, seiscientos (600) fueron marcados por los seis grupos de trabajo. En una cadena perfectamente jerarquizada, los pollos pasan del redil a los diferentes equipos, son anillados (metal y PVC alfanumérico), medidos (ala, pico, tarso), pesados, extraídas muestras de sangre para determinar aspectos biológicos y sanitarios de la especie y, finalmente, puestos en libertad.
El marcaje de flamencos en la Laguna de Fuente de Piedra en el que a través de una herramienta —como lo es el anillamiento científico—, el trabajo altruista —como es el de los cientos de voluntarios que han participado en todas las ediciones del programa—, el compromiso de la administración, así como el deseo y las altas dosis de cariño de la localidad de Fuente de Piedra, ha ido forjándose, sin duda alguna, como un ejemplo de interacción entre los humanos y las aves.
Por muchos años más.